TIBISAY, PERDÓNAME LA FALTA DE HUMOR



 Claudio Nazoa

*AVISO: Este es un artículo absolutamente serio, pero la vida a veces es
así. Soy Humano
.
 Será una casualidad que algo tan importante y de tanto significado para un país se llame sufragio? ¡La palabra empieza por “sufra”!
Quien inventó la palabra, nunca pensó que en Venezuela en el año 2012, tendría un significado de sufrimiento, en lugar de lo que debería ser: democracia y fiesta electoral. Aquí no hay nada que celebrar hasta la noche del 7 de Octubre. En este momento, sufragio significa echarle bolas con optimismo y luchar contra todas las adversidades, contra las ilegalidades, contra lo insólito de que el CNE pareciera estar esperando una orden del comandante para hacer bien y bonito su razón de ser.
Sufragio es tratar de entender lo inexplicable: ¿Porqué una mujer tan inteligente y brillante como Tibisay, a quien dicho sea de paso, conozco por razones familiares desde niña; cuando era músico y tenía sueños bonitos, se presta para hacerle difícil a los electores oposicionistas su derecho al sufragio? ¿Por qué Tibisay le quitó el “gio” y nos dejó el “sufra”?
Si me encontrara de frente a Tibisay, mi amiga niña, ahora grande, le preguntaría: ¿Por qué se crearon a última hora centros electorales en sitios difíciles o peligrosos para la oposición, como por ejemplo los del 23 de Enero, al lado de los colectivos riesgosos que todos conocemos o dentro de instituciones intimidadoras, abiertamente gubernamentales? ¿Por qué le hiciste la vida imposible a los electores en el exterior, en especial a los de Miami?
Amiga Tibisay: la vida es corta y de repente, sin darnos cuenta, ya no está. Un día tenemos 70 guarda espaldas y a lo mejor, otro día, le rogamos a Dios para que alguien nos quiera y se nos acerque.
Tibisay, todavía hay tiempo de sancionar severamente los abusos de VTV. Bueno, digamos que te hagas la loca con eso, entiendo que es difícil, pero todavía estás a tiempo para que el 7 de Octubre, en la noche, vuelvas a ser aquella adorable niña llena de música, sueños y bondad. Todavía, Tibisay, sería bonito que fueras la rayita blanca que nos guía en la carretera y no el horrible derrumbe que le impide el paso a un pueblo cuando por fin encuentra el camino.

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