Senadora colombiana Paloma Valncia. Foto: Iván Pedraza |
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La legisladora Paloma Valencia, en entrevista con DIARIO LAS
AMÉRICAS, se refirió al papel del régimen de Nicolás Maduro en el
contexto de la paz en Colombia
Por
Daniel Castropé
Miami/DLA/JCS/14.09-2019.-
“A los cabecillas de las FARC hay que capturarlos, estén donde
estén”, afirmó la senadora colombiana Paloma Valencia, quien
estuvo en Miami y habló, entre muchos otros temas, sobre el acuerdo
de paz en su país, la necesidad de reformar el pacto logrado con las
FARC y el regreso de una disidencia de ese grupo desmovilizado a la
lucha armada, aparentemente protegido en suelo venezolano por la
dictadura de Nicolás Maduro.
Valencia,
quien milita en el Partido Centro Democrático, que dirige el
expresidente Álvaro Uribe, del que también forma parte el actual
presidente Iván Duque, se refirió al papel que ha jugado el régimen
de Maduro, en el contexto de la paz en Colombia, y se mostró
partidaria de capturar en Venezuela a los cabecillas de las FARC.
¿Qué
pasa con la paz en Colombia?
Como
todos los problemas difíciles de solucionar, la paz no es un tema de
voluntad. Uno no obtiene la paz simplemente porque quiere. Esto
requiere una serie de condiciones institucionales y de largo plazo.
Sin embargo, el país fue montado por el expresidente Juan Manuel
Santos en la idea de que esto era una voluntad, y que si las dos
partes expresaban una voluntad, Colombia iba a quedar en paz.
El
primer error fue pensar que solo había dos partes. Colombia no solo
tiene a las FARC, sino todo tipo de grupos ilegales, incluyendo
carteles mexicanos, dedicados al negocio del narcotráfico, que hoy
mueven gigantescas cantidades de dinero, más la minería criminal
del oro que genera unos recursos exorbitantes, donde hay territorios
que están dominados por esos grupos armados que repelen la entrada
del Estado para poder preservar su negocio.
Luego
viene la segunda parte, una idea de que a través de la
representación política y la impunidad que se les estaba otorgando
a estas personas de las FARC, Colombia iba a concretar la paz. Por
supuesto, no fue así porque inmediatamente surgieron las nuevas
violencias tanto del ELN, como otra “cosa” que se llama el Clan
del Golfo, que es simplemente delincuencia común buscando negociar
con el Estado para obtener los mismos beneficios. El tercer elemento,
que yo llamaría el fracaso mayúsculo, es que el jefe negociador de
las FARC decide abandonar el proceso. Iván Márquez y Jesús
Santrich habían sido denunciados por Marlon Marín (sobrino de
Márquez), quien está colaborando con la DEA, y que ha informado que
ellos, después de haber firmado el acuerdo, seguían negociando con
la droga. Entonces, Márquez, durante el Gobierno de Santos, decide
no posesionarse como senador; Santrich es detenido durante el
Gobierno de Juan Manuel Santos después de un gran despliegue de los
“amigos” del “acuerdo de La Habana” y logran que las cortes
liberen a Santrich. Siempre dijimos: si lo liberan, se va a fugar;
son delincuentes, hay que extraditarlos a Estados Unidos, pero
desafortunadamente pudo más la idea de que le convenía a Colombia
liberarlo, para mostrar la buena fe, y esta quedó burlada porque se
volaron y anunciaron lo que todos sabíamos; no que vuelven a las
armas, sino que nunca las dejaron.
El
acuerdo de paz existe y está amarrado a la Constitución. ¿Qué se
debe hacer? ¿Tumbarlo, modificarlo?
Ha
habido una gran testarudez en no aceptar que ese acuerdo tiene unas
fallas estructurales muy grandes como, por ejemplo, no haber obligado
a las FARC y a sus socios del narcotráfico a entregar las rutas del
negocio y develar toda la información relevante del narcotráfico.
Lo único que se hizo fue generar una política que va a impedir el
combate del narcotráfico: que no se puede fumigar, que no se puede
hacer erradicación forzosa [de los cultivos ilícitos], sino que
todo tiene que ser concertado con las comunidades.
¿Las
FARC entregaron todas sus armas?
Yo
no creo. Las cifras de inteligencia militar hablaban de que había
mucho más de 14.000 armas, porque había compras de fusiles que, se
conoce, habían entrado por Ecuador, en una cantidad superior a los
4.000 o 5.000, y vemos que solo se entregaron alrededor de 7.000
armas. Evidentemente, aquí hubo una cantidad de mentiras desde el
principio y una testarudez muy grande. Insisto, quienes estuvieron
con el “Sí” [una consulta para decidir el futuro del acuerdo de
paz], no permiten que quienes ganamos democráticamente el plebiscito
con el “No”, exigiendo modificaciones a esos acuerdos, y elegimos
a un presidente que representa las voces del “No” [Iván Duque],
podamos hacer las modificaciones. Yo creo que están dejando al país
en una especie de perplejidad al tener que incumplir lo que es
incumplible y lo que es ridículo de cumplir. Colombia necesita poder
hacerles ajustes a esos acuerdos.
¿Qué
responsabilidad le cabe al expresidente Santos?
La
responsabilidad que le cae al expresidente Santos no es solo moral.
Él tiene una enorme responsabilidad frente a que su jefe negociador
“del otro lado” [FARC] haya decidido seguir delinquiendo. Tiene
una enorme responsabilidad en que durante su Gobierno se dispararan
los cultivos ilícitos, que llegaron a 210.000 hectáreas de coca;
que se inició una serie de asesinatos contra líderes sociales
-cosas que ha logrado reducir y detener el presidente Duque-, pero,
además, el expresidente Santos todavía le está debiendo al país
las explicaciones sobre la financiación ilegal de su campaña por
parte de Odebrecht, que hemos llamado el primer gran robo que se le
hizo al uribismo cuando le arrebataron la presidencia a Óscar Iván
Zuluaga, quien había ganado, sino es por el montaje que se le hace
desde la agencia central de inteligencia, dominada por el Gobierno de
Santos.
¿Cuál
es el papel de Maduro en el tema de la paz en Colombia?
El
usurpador, como el Gobierno de Cuba, fueron los principales artífices
de esta negociación. Uno de los argumentos que yo les decía a los
colombianos es que uno no puede creer que de Maduro y de Castro vaya
a salir algo bueno para Colombia. Evidentemente, lo que salió fue
este adefesio que hoy los colombianos tenemos que padecer. Maduro no
solo sirvió para refugiar a los terroristas de las FARC e impedir
que el presidente Uribe lograra capturarlos o eliminarlos en su
momento, porque ya tenía el campamento las FARC durante el Gobierno
de Chávez, en Venezuela; sino que ahora todas estas nuevas llamadas
disidencias de las FARC, sobre todo la nueva, la de Márquez y
Santrich, están asentadas en el territorio venezolano porque son
parte de ese gran negocio en el que participa el Gobierno venezolano,
muy pegado al tráfico de drogas con el Cartel de los Soles, en el
que están muchos miembros del Ejército venezolano.
¿Se
debe perseguir a Márquez, Santrich y demás cabecillas de las FARC
estén donde estén?
Yo
quiero respetar la decisión del presidente Duque, que teme mucho que
haya un intento de Maduro de buscar cualquier pretexto para iniciar
una confrontación bélica con Colombia. Es algo que a él le suena
en su imaginación como un mecanismo bajo el cual podría reagruparse
un sentimiento nacionalista. Yo, personalmente, creo que debieran
capturarlos aún en el territorio venezolano con operativos muy
limpios para ir, cogerlos y simplemente pasar la frontera.
¿Cómo
sería esa operación?
Como
se hizo con [el guerrillero Rodrigo] Granda, en un momento dado, que
también estaba en Venezuela. Simplemente estaba perfectamente
ubicado. Entraron, lo capturaron y se regresó nuevamente al
territorio colombiano.
¿El
video del anuncio del regreso de las FARC a la lucha armada fue
grabado en Venezuela?
Lo
que dicen es que está grabado en Venezuela y que incluso ya ellos
habrían tomado un vuelo hacia Cuba, y que ya no estarían ni
siquiera en Venezuela, según los últimos informes de inteligencia
que hemos conocido en medios. Lo que es claro es que Venezuela y Cuba
siguen actuando como unos regímenes que soportan el terrorismo y que
siguen protegiendo los terroristas que asesinan colombianos.
¿Qué
tareas cumplirían las FARC y el ELN en Venezuela?
No
tengo mucha información, pero entiendo que esos grupos están muy
cerca del Gobierno, que gozan de protección, que les han dado
propiedades y tienen, además, fuerza pública venezolana para
custodiarlos.
¿Cómo
analiza el fenómeno de la migración venezolana?
Es
una migración de unas proporciones muy grandes. Alemania se queja de
la migración que han tenido que recibir del Medio Oriente, que ha
sido de un millón de personas en un país que es una potencia
económica. Colombia ya está, según las cifras oficiales, muy por
encima de los dos millones. Es decir, esta es una crisis humanitaria
de gigantescas proporciones y de un gran impacto, pero yo he venido
insistiendo en que a los colombianos hay que darles un mensaje de
paciencia, de solidaridad. Es un momento difícil para los
venezolanos. Por supuesto, llegan a Colombia y no nos encuentran en
unas condiciones tan holgadas, pero hay que insistirle a la
ciudadanía en tener paciencia, generosidad de corazón, de
recibirlos con todo lo que podamos, de compartir lo que hay porque
Venezuela, cuando Colombia también tuvo épocas difíciles, fue muy
generosa en recibir millones de colombianos que encontraron una
manera de vivir allá.
Hay
que llamar a la comunidad internacional, a los países vecinos, a
todos los latinoamericanos a que nos solidaricemos. La situación de
los venezolanos es francamente desesperanzada y desesperante. Es
horrible ver las caminatas de los venezolanos recorriendo el país
tratando de encontrar algún tipo de destino con sus niños al
hombro, con sus enseres en maletas. Yo creo que ha faltado la
solidaridad internacional en este tema.
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