El arte del soñador Una dama entre paisajes

Imagen: Google



Por Régulo José Santos
Trujillo
Un pez divaga entre mis corazonadas y lubrican sus columnas, hala, voltea, adelanta y atrás, disuelve lo distante.

Sixta, naces como capullo de rosas, tras los ventanales hacia la aurora, cruzas el silencio de mis odiseas donde esculpo latidos risueños que giran al entorno, cándido suspiro.

Arco iris, hospedaje de congojas, cháchara –una sonrisa esbelta empaña de frescura el corazón – retornas a la fuente de mi creatividad, al desdén de los adversarios a retar el destino sin temor ni dudas, tolerando rostros retóricos, hurgar las huellas desterradas vistiendo dócil, exteriorizar aprendizajes e interactuar abierto al pensamiento crítico, rectifico los fracasos.

¡Oh! Majestuoso arquitecto, con un jazmín exalto el potencial que me has concedido y privilegiado. Seré la figura virtual menos quien ostenta decorar el esquema danzante, atravieso los lirios sincopa ¿Sabrán mi auténtica identidad? Desafío el código mitológico desde mi ubicación, interpreto el ritmo criollo, tal vez sea el aprendiz que arenga la teoría báquica, pigmento ejes fulminantes de embriagues al anochecer ¿Acaso nadie identifica el símbolo de la virtud? Defectos salen a relucir por doquier, mas cuando sojuzgamos sin atribuciones sólo predicen conjeturar términos relevantes ¿Y qué hacemos? Elemental estimado amigo, el que viste de fantasma y huye del escenario para justificar con pretextos que estaba ausente o quien reconozca las faltas y responda por sus acciones.

He saboreado el sazón de los logros emprendidos, evaluando las conductas emotivas sin designar, mentir, ni mitigar, unificando fuerzas de ideas en son correccional e irrumpo lo factible.

Divisas en tus oleajes visaje de diosa seductora vehemente de pálpitos y socorriendo reminiscencias. Brotan tus palabras decorando un espacio nublado de colores pasteles delicados al pincel.

Prisionera del abismo hondeas al idilio, sutilmente diseminas un cosmos de alucinación.

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