Dialogar en familia
Por Régulo José Santos
Trujillo
H
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ijo del género humano
fortalece el espíritu con ayuno y oración, transmitir un mensaje de paz, fe,
devoción y cristiandad a tus semejantes, reblandece el orgullo, erradica la
vanidad alojada en tu ser; oye con atención la voz del supremo, reflexiona ante
los hechos de sangre inocente, instruye a las personas para que no cometan
errores de los cuales se arrepientan.
Lideriza a tu pueblo que ha perdido la confianza, lealtad y esperanza,
esparce mensajes para la vida, el crecimiento personal, la tolerancia y el
amor, socorre al necesitado, exaltar a los humildes con justicia, compartir el
pan cotidiano sin prejuicio, resquemor ni racismo social.
No reflejes temor ante las vicisitudes que se presentan en la vida menos
por lo que hayas de manifestar, permaneciendo unidos en son solidario y de
hermandad tal vez haya quienes se nieguen a oír la palabra colmada de aliento
endureciendo sus corazones más ruego que sean fuerte al tropezar con el rostro
de la maldad, libera a los cautivos atados en el eco abismal.
¡Bendito el poder
Omnipotente y la grandeza celeste desde su sagrado aposento!
Hijo de hombre, sabéis,
que venimos al mundo a cumplir una misión en esta tierra fecundada por la
raíces de la naturaleza, seleccionada el dictamen certero, evoca los frutos del
arrepentimiento sin perplejidad ni dudas más abre el ventanal y permite que el
guie tus pasos e ilumine la senda a transitar con tus vivencias.
No juréis en vano, naced de nuevo de agua y espíritu a través del bautismo
¡Al mundo paz! Rebocen con la copa del júbilo unido en hermandad.
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