FRANCISCO JOSÉ
VIRTUOSO, SJ
L
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os
estudios de opinión, incluso los dirigidos por empresas de opinión
simpatizantes del chavismo, señalan una evidente necesidad de cambio, ante el
contundente rechazo de la ciudadanía a la situación actual. Un muy alto
porcentaje evalúa negativamente la gestión del gobierno, la situación social en
general y el rumbo de la economía. Detrás de los números se percibe mucho
descontento, malestar y sufrimiento.
Ante
el próximo escenario electoral, los candidatos de la oposición que representan
la Mesa de la Unidad Democrática recogen la mayoría de las preferencias,
seguidos de los candidatos que se presentan como independientes. El PSUV y sus
aliados son hoy la tendencia minoritaria, según un buen grupo de estudios de
opinión.
La
gran mayoría, quiere además, un cambio de rumbo a través del voto. Por ello,
aunque hay muchas críticas y desconfianza ante el Consejo Nacional Electoral,
la gente quiere votar, 87% está resuelta a hacerlo. En ello influyen, al menos
dos causas: una profunda herencia democrática y una, no menos profunda
convicción, de que sólo por las vías institucionales lograremos salir en paz de
esta crisis que agobia al país.
El
próximo 6 de diciembre, representa entonces, una gran oportunidad y todos
estamos en la obligación de contribuir para que se respete la integridad del
proceso electoral y para que la nueva composición de la Asamblea Nacional que
resulte elegida abra espacios reales para el cambio institucional.
Desde
el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello,
venimos abogando por un sistema electoral venezolano, que globalmente
considerado, esté más cerca de los principios de la integridad, que actualmente
se consideran indispensables para garantizar su confiabilidad y transparencia.
El listado contempla varias áreas de atención: los organismos electorales, las
leyes electorales, los procedimientos electorales, el registro de votantes, el
registro de partidos y candidatos, la campaña en medios, el financiamiento de
campaña, los procedimientos de votación, el conteo de votos, y la emisión de
los resultados.
Garantizar
la integridad del sistema, a través de la participación amplia y plural de
organizaciones de observación electoral, partidos y candidatos, medios de
comunicación, organismos internacionales y ciudadanos interesados, es lo que
efectivamente permite que los resultados electorales sean no sólo obedecidos y
respetados, sino aceptados. Hemos insistido que en las actuales condiciones de
polarización y conflicto político esos objetivos deberían ser una prioridad
para el Consejo Nacional Electoral y para todos aquellos representantes de los
poderes públicos interesados en promover la paz y la convivencia entre los
venezolanos.
El
otro gran tema pendiente es el relacionado con la nueva composición de la
Asamblea Nacional a partir del 5 enero de 2016. Es de esperar que los
candidatos de la MUD obtengan una representación importante en el número de
diputados. A cuánto alcanzará esa representación es muy pronto todavía para
aventurarse con cifras. Lo que sí es cierto, es que, si sumamos la
representación de la MUD y la de los llamados independientes, la Asamblea
Nacional, podría desempeñar un nuevo rol frente al gobierno y al resto de los
Poderes Públicos.
Sería
un craso error político del PSUV y sus aliados no reconocer esta nueva
realidad, así como también sería un error muy grave de la oposición, no
entender que la posible nueva composición de la Asamblea Nacional es sólo el
punto de partida para un largo proceso de transición que requerirá de mucha
unidad de criterios y posiciones. Paciencia, tesón y disciplina, es la clave.
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