OPINIÓN DE UN CURA EN ESPAÑA SOBRE EL MATRIMONIO
02-07-2015.- Dos leonas no hacen pareja.
Dos gatos, tampoco. No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto
sexo y de la misma especie. Son cosas de la zoología, de la Madre Naturaleza.
No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana. Por
supuesto no es un invento de la Iglesia.
Muchos siglos antes de que
Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la unión
de un hombre y una mujer. Después, ellos se divertían con efebos, que para eso
estaban, para el disfrute. La esposa era para tener hijos.
La palabra matrimonio procede
de dos palabras romanas: "matris" y "munio". La primera
significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es
la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más
sublime oficio humano.
Cada palabra tiene su
significado propio. Una compra-venta gratuita no es una compra-venta, sino una
donación. Y una enfiteusis por cinco años no es una enfiteusis, sino un
arriendo vulgar.
Llamar matrimonio a la unión
de dos personas del mismo sexo me parece como poco serio. Jurídicamente, un
disparate, de carcajada. Que le llamen "homomonio",
"chulimonio", "seximonio", "matrigay" o lo que
quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo.
Nadie llama tarta de manzana a
la que está hecha de peras, ni tampoco se le dice taza a la bacinica, ambas son
blancas y con asa, pero en una desayunamos y en la otra defecamos.
Lo curioso es que cuando dices
cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la
libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la
libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su
perro, pero que eso no es un matrimonio, van y me llaman intolerante.
Pero pongamos las cosas en su
verdadera dimensión, los homosexuales son alrededor del 10% de la población, el
90% restante es heterosexual; entonces, reconocer a ese 10% y aceptar que son
diferentes es tolerancia y democracia, pero ceder a sus caprichos ya no es
democracia ni tolerancia, es estupidez.
No sé lo que harán los
parlamentarios a la hora de votar. Son políticos, no juristas. Votarán por
razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves.
Si un varón tiene derecho a
casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer, ¿le vas a negar el
derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo
con su hija? ¿No tienen el mismo derecho? La sociedad se quiebra. Huele a
podrido
Autor: R.P. José Carlos Areán,
Capellán del R.C. Celta -Vigo
“El lugar más recóndito y oscuro del infierno está
reservado para aquellos que en momentos de crisis permanecen neutrales”
Dante Alighieri
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