Por
MILAGROS SOCORRO
EL NACIONAL, 25 08 2013.-
Así como en su momento escogieron a Luis Tascón para encarnar la oprobiosa
lista que serviría de instrumento de persecución y chantaje, ahora el chavismo
ha seleccionado a Pedro Carreño para poner rostro a otra campaña de
hostigamiento, esta vez no con tinte tecnológico sino de carácter bajo y
primitivo.
En
las dos ocasiones, los operadores del chavismo fueron escogidos por su buena
disposición a participar en acciones canallescas; y por tener el perfil
adecuado para cada ruindad. Luis Tascón era un andino blanco, ingeniero
eléctrico con notoria inclinación a la informática, mientras que Pedro Carreño,
de aspecto y modales bastos, es conocido por su zafiedad, dudosa formación y
conocidas incursiones a los dineros públicos. El primero daba el tipo para una
bribonada con inflexiones científicas y el segundo resultó tener las
características que sus compañeros consideraron necesarias para caracterizar la
Presentación Campos del siglo XXI.
Esclavo
devenido mayordomo de finca, Presentación Campos es el protagonista de “Las
lanzas coloradas”, novela de Arturo Uslar Pietri que narra fundamentalmente los
hechos ocurridos en 1814. Este título imprescindible de la narrativa venezolana
ofrece, al decir de Roberto Lovera De Sola, “una amplia pesadilla marcada por
la violencia”, cuyo “mejor ejemplo no son las devastadoras batallas sino la
violación de Inés, página de las más terribles de nuestras letras”. Inés es la
joven propietaria de la finca, hermana de Fernando, patrón de Presentación
Campos y objeto del odio y envidia de este. Cuando el mayordomo se apresta a
dejar su para marchar a la guerra, uno de los negros le echa en cara que él no
es el amo y que, por tanto, no puede conducirlos fuera de la hacienda, Campos
lo mata de un machetazo. Inés lo enfrenta y
Campos se baja del caballo, la golpea, la desnuda y la viola.
Inmediatamente después, manda a quemar la casa.
Salvador
Garmendia observaría que, en esta trama, “la sombra del fracaso y el derrumbe
de los ideales, son hechos vivientes que salen de la historia para debatir en
el presente con realidades más cercanas”. No otra cosa puede decirse del
episodio protagonizado por el diputado Pedro Carreño, en la Asamblea Nacional,
donde sus groserías degradaron no solo el escenario legislativo, sino la
república entera que debió soportar la abyección de la Presentación Campos
redivivo.
Roberto
Lovera apuntilla: “Presentación es parte del pueblo que sigue al caudillo
violento. No tiene ideales, va a la lucha por la lucha misma, por obtener una
nueva silla de montar, unas botas nuevas, quizá una tierra”. Efectivamente,
como su antecesor novelesco, Carreño es un hombre sin principios, fugitivo de
toda eticidad, como lo demuestra su historial de privilegios obtenidos a la
sombra del poder, que le ha deparado no una silla de montar pero sí un vehículo
que no podría obtener con su salario de congresista; no botas nuevas sino un
guardarropa de lujo que le ha acarreado el mote de “el ex ministro de los
zapatos Gucci y corbata Louis Vuitton” y que le permitió aparecer en
Globovisión con una chaqueta Brione de 2.263 dólares; y no una tierrita sino un
town houseen el complejo Bosque Valle, en una loma de Tazón, que, según
investigación periodística de Joseph Poliszuk, El Universal, recibió como
dádiva Gobierno (tanto él como a su hermano Hermes Carreño, entre otros validos
de la revolución) en ese urbanismo, proyectado en para dar solución a la
emergencia habitacional decretada tras la vaguada de Vargas.
En
su intervención en la AN, donde Carreño se desentendió de los graves problemas
que aquejan al país para exhibir su bagaje prostibulario, perseguir políticos
de oposición y usar la homosexualidad como arma arrojadiza y como condición
vergonzante, actualizó la pulsión genital de Presentación Campos, su violencia
en paroxismo y, lo peor, su idea de que eso es lo que quieren las masas
chavistas. Que esa arcada de primitivismo es la manera de conectar con las
mayorías populares.
No
tardaría Jorge Rodríguez (quien fue, por cierto, quien le entregó a Luis
Tascñon la base de datos del CNE para hacer la ominosa Lista) en afirmar, en
Twitter: “Todos somos Carreño”. Lo es, desde luego. Pero no es sincero cuando
lo afirma. En realidad, esa declaración fue un gesto altivo y condescendiente:
Rodríguez se cree superior a Carreño, a quien desprecia tanto como a las bases
pesuvistas para quienes destina lo peor de su naturaleza.
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