Carlos Zerpa
E
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s hora de iniciar lo que los
historiadores aún no han escrito sobre nuestro país: una historia de la
infamia. Agrandar la leyenda de los hombres de la etapa heroica o hacer una
crítica de la gestión de los gobernantes no es suficiente para crecer como nación. En esta sociedad, como en cualquiera otra,
hay una galería de la ruindad donde se encuentran los seres más ignominiosos
que ella ha producido. No es posible que en Venezuela haya quedado sin compañía
Pedro Carujo, el ser más emblemático de la traición y la iniquidad entre
nosotros, como si él fuera, el único chivo expiatorio donde exculpan las
bajezas los seres más indignos que han
nacido en este país.
A la manera de Foucault, quien
escribió “Hombres Infames”, un libro donde une la psiquiatría y el derecho
penal, se requiere en el momento actual
mostrar una exposición con los retratos de los personajes más oscuros de este
espectáculo que es la política en la Venezuela presente con el fin de
ejemplarizar las nuevas generaciones, y que ellas sepan que nuestra historia no
solo se compone de héroes y semi héroes.
Hans Christian Andersen nos dejó
un apólogo conocido como “El rey está desnudo” cuyo mensaje de advertencia es
que “No tiene porque ser verdad lo que los demás piensan que es verdad”.
La galería de seres infames de
nuestro país la queremos iniciar, o mejor dicho continuar, con Tibisay, con la
que preside el organismo más desacreditado junto al Tribunal Supremo de este
país.
Cuando la cabeza está gangrenada
el resto de los miembros del cuerpo no se escapan de ese sino. No podemos decir
que esa noche del catorce de abril pasadas las once, Tibisay quedó ilesa
después de leer los resultados de los comicios electorales de ese día. La vimos
bajar por la rambla del edificio del CNE venía con pasos apurados,
trasmitiéndonos una energía que sabemos no tiene, vestida con una ropa que
además de mal gusto, ostentaba un color que nos recuerda al de una ciénaga
donde el agua está emponzoñada, la prisa que le impulsaba remedaba a la de
aquel a quien el Divino Maestro de Nazaret le dijo: “Lo que vas a hacer hazlo
pronto”.
Repitió la actuación de otras
veces, con su voz de silbato chichón y desagradable, y con la impostura de una
autoridad de quien tiene pies de barro. Tibisay en esta ocasión no se quitó la
máscara, ya no era necesario, la escena era tan conocida de todos y la trampa
era tan burda, como el candidato que proclamaba como ganador. Terminada su corta intervención, se paró como
una autómata, gesto que siguieron la comparsa que la acompañaba. Pero en la
medida en que se alejaba sus ropas iban cayendo, y nos dimos cuenta del
streaptease que había hecho en pleno
escenario. El sistema electoral mejor del mundo había quedado al desnudo. No
solo ante los ojos de la nación, sino ante los del mundo entero. Tibisay había
quedado sin pantaletas. Observamos su cuerpo abombado, como la de los cadáveres
que flotan ahogados en el mar, no sabríamos decir si Botero la tomaría como
modelo para uno de sus cuadros grotescos. Lo cierto es que lo que nos
presentaba como verdad era una engañifa, ella junto a sus cómplices creían que
el ardid que habían consumado a lo largo del día iba a ser deglutido como una
verdad irreversible por quienes la escuchábamos. El plato era tan nauseabundo
que solo olerlo nos causaba una repulsión indescriptible, como el hedor que
expide este régimen, ¿Quién no ha oído
alguna vez la frase de Hamlet “Algo está podrido en el estado de Dinamarca”?;
pero creemos que Shakespiare se
impactaría aún más ante la tragedia que le acontece a este país. Al mes de la
muerte del rey Hamlet, asume su hermano Claudio, quien se casa con la reina
viuda de Hamlet y madre del príncipe. Todo régimen en decadencia es promiscuo y
éste no es la excepción. Y ese contubernio entre el poder ejecutivo y el pseudo
poder electoral es la consumación del delito más flagrante hecho en estos
tiempos, esto otorga a Tibisay, no el
honor, no encuentro la palabra correspondiente en este caso, que la junta con
Carujo, ya el traidor al fin dejó de
estar solo, lo acompaña esta mujer pérfida, pero no hermosa como suelen
ser las villanas de las novelas, pero el tema de su fealdad queda aparte ya que
requiere un nuevo artículo.
Tibisay a la 7 de la noche antes
que los resultados fueran fabricados por la sala situacional de los cubanos en
Miraflores, llamó por teléfono a la presidenta del Tribunal Supremo
comunicándole con estas palabras: “estamos ponchaos” por cinco puntos, la María
Estela trasmitió sus palabras a los magistrados que se encontraba presentes en
el palacio de justicia, hubo llantos, caras largas y tristeza contenida; de
esta escena hay testigos. Pero todo aquello fue tan solo el intermezzo, a las
cuatro horas por arte de 7 mil billetes
verdes del imperio cambiaron completamente los resultados, la noche tanto para
los chavistas como para los delincuentes han sido siempre el momento más
propicio para cometer sus fechorías.
Un conocido vidente brasileño,
muy en boga en los últimos meses, en un programa radial le hicieron una
pregunta: -¿Cómo visualizaba a Tibisay en el futuro? Y él respondió
espontáneamente: -en la cárcel. Aquella
respuesta en ese momento nos sorprendió, pensamos en la mujer enferma que
padece un cáncer, en la dueña del bar “La terraza” de Las Mercedes en aquél donde nunca se cumple la ley seca. Pero después
de esa noche, y del discurso de proclamación del fraude al día siguiente, nos
dimos cuenta que su enfermedad estaba inoculada en todas las instituciones que
componen el poder del Estado, y también a una buena parte de la sociedad
venezolana, y eso realmente es una patología aún peor.
En la sentencia quedará escrito
que cometió delitos contra a ley Electoral, contra La ley Penal y contra la Ley
Anti-corrupción. ¡Qué triste es el final de todo infame! De esos personajes destinados a ninguna
gloria, pese sus altos cargos. Una vieja timadora, enferma, delincuente e
impulsada por la villanía y la bajeza y condenada tanto por los tribunales como
por la historia.
Pero sabemos, por lo ocurrido en
Perú, que ante el fraude perpetrado por Fujimori la lucha de un pueblo
encabezado por Toledo repuso finalmente la verdad que expresó la voluntad
popular en comicios más limpios que los que se llevan a cabo en esta corrupta
revolución.
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