Por Angela Zago
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ír al usurpador Nicolás Maduro
–cuadro del Partido Comunista Cubano- cantar junto a jóvenes venezolanos el
himno de la dictadura cubana, fue patético. Sobretodo para quienes alguna vez
arriesgamos nuestra vida y libertad por lo que nos vendieron como “un mundo
mejor”. Me retrotraje a aquellos años cuando defender nuestra soberanía del
“imperialismo yanqui” y de cualquier intromisión de la bota invasora nos exigía
dar la vida: ¡qué ilusa!. Segura estaba que cualquier revolucionario daría la
suya por la defensa del territorio nacional. Mis dudas comenzaron en la
primavera checa de 1968, cuando la URSS invadió a Checoslovaquia y el Partido
Comunista de Venezuela -al cual pertenecí hasta ese año- calló, no tomó
posición y yo me dije: la invasión de los soviéticos es tan invasión como la de
los norteamericanos. Rompí lazos y nunca más he vuelto a militar en ningún
partido, mucho menos creer en los principios que defienden los comunistas.
Pero, quienes se alzaron un 4 de
febrero de 1992 no dijeron que fuesen comunista y, afirmaron, a través de
documentos escritos y declaraciones orales, que uno de sus principios era la
defensa de la Patria y la soberanía nacional. Se trató, entonces, de otro grupo
que utilizó la palabra Patria para obtener el poder y mancillar nuestro
terruño. Por lo menos los checos se alzaron contra los tanques soviéticos y
trataron de “salvar su soberanía”. Los dictadores cubanos no, los Castro se
entregaron en cuerpo y alma a los rusos, eso sí: mientras le pasaban 80
millones de dólares mensuales para mantenerlos en el poder.
Nicolás Maduro asimiló muy bien
su paso por la Escuela de Cuadros del Partido Comunista Cubano: eso está claro.
Lo que aún no lo está, es cuál es la doctrina que defienden el resto de quienes
forman parte del régimen y dicen ser “revolucionarios” y “patriotas” o, los
militares venezolanos que estén a favor de la Constitución y las leyes
venezolana porque el Código Penal define claramente qué significa ser traidor a
la patria. Se lo resumo:
1) Quien atenta contra la
independencia de la República.
2) Se confabula para destruir la
forma política republicana que se ha dado la Nación.
3) Solicita la intervención de
país extranjero en los asuntos de la política interior de Venezuela.
4) Revela los secretos políticos
o militares concernientes a la seguridad de Venezuela.
5) Entrega recursos a un país
extranjero, que son empleados en perjuicio de la República Bolivariana de
Venezuela, sus instituciones republicanas, sus ciudadanos y ciudadanas y sirven
para desestabilizar el orden social.
Bien, Chávez Frías hizo todo eso,
pero ya está muerto y la justicia venezolana no lo alcanzará. Sus “herederos”
ilegales no sólo mantienen esos delitos, además ya se dan el lujo de alzar la
bandera cubana y cantar en cadena nacional el himno de unos invasores.
¿Qué más podemos esperar?
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