MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
Que nos digan la verdad sin ocultamiento y sin risitas, como si aquí no
hubiera pasado nada
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Domingo 14 de octubre de 2012 12:00 AM
El título pertenece a uno de los más veteranos y "dateados"
periodistas del país que dispone de información sobre lo ocurrido el 7-O y la
compartió con la cronista.
No hubo fraude en el sentido de que votos de Capriles fueron trasvasados
a Chávez, o que las máquinas cambiaron las cifras. "Fraude" no sería
la expresión adecuada para definir la monstruosa operación seguida por los
poderes públicos el 7-O, sino, golpe
de Estado. "Todo el aparato del Estado contra mí" dijo
Capriles cuando reconoció su derrota. Después de su magnífica campaña, Capriles
no compitió el domingo con un Chávez desgastado por su enfermedad y su mal
gobierno, sino con el fuerte, adinerado e inescrupuloso Estado venezolano. No
fue solo el ventajismo previo del CNE de añadir nuevos centros electorales
cuestionables: los obstáculos inhumanos a los venezolanos en el exterior; o
cohonestar las cadenas y mensajes de la Ley Resorte devenidos en publicidad
electoral para Chávez. Tampoco que el viernes 5-O Chávez pagase el bono
vacacional a empleados públicos y damnificados o que en solo 8 meses de este
año se gastasen más de 15 mil millones en las misiones (200% más que en 2011). Se
trata de la "macolla" formada el 7-O entre todos los poderes
del Estado (incluidos el CNE y la FAN) para impedir el triunfo de Capriles y
poner en marcha un plan que permitiera obligar a votar por Chávez a electores
remisos, bien por vía de la coacción o del soborno.
¿Qué pasó con los
resultados en la noche de las elecciones venezolanas? Se preguntaba el ABC de Madrid, después de publicar el día
anterior el exitpoll que, a las 5 pm, daba ganador a Capriles por 5
puntos. En el foro de los encuestadores (UN) para analizar el 7-O, el vocero
del IVAD reconocía que "según las exitpolls, Chávez comenzó arriba
fuerte, luego se emparejó la situación, y después de las 5 se abrió".
A las 5 pm no estaba "emparejada" la situación, sino que ganaba
Capriles, de ahí la sonrisa de Briquet y la preocupación del chavismo. El
Gobierno comienza la operación remolque en todo el país. Los
coordinadores de Centro del CNE tenían las listas de votantes identificados:
PSUV, beneficiarios de misiones, contratistas, funcionarios, becarios y otros.
A las 5 pm los militares afectos al régimen daban por perdido el Gobierno. Los
autobuses de Pdvsa en Plaza Venezuela listos para transportar electores,
seguían vacíos. Hasta que, con la información de los coordinadores de los
centros electorales, comenzó una febril captura liderada por los tentáculos del
Estado. El PSUV y militares armados, provistos de vehículos del cuerpo,
llegaron a los cerros y barriadas lista en mano, para llevarse a quienes no
habían votado, con amenazas de que perderían sus prebendas El estímulo de Bs.
dos mil por voto movió a muchos. Los milicianos multicedulados podían votar en
varios centros con rapidez (la tinta indeleble no era tal). CNE mantuvo
abiertos algunos centros sin votantes mientras llegaban los contingentes rojos
acarreados en vehículos oficiales El sistema de medios públicos clamaba que se
mantuvieran abiertos porque "todavía había gente votando". Tan pronto
estuvieron seguros de que la votación de Chávez era superior a la de Capriles,
el CNE se apresuró a dar el primer boletín, a despecho de que hubiera gente en
cola en diversas partes del país donde habían fallado las máquinas y la
tramposa "estación del elector" había represado a los electores. En
Canoabo unos 120 campesinos pro Capriles fueron engañados diciendo que la
máquina estaba dañada, conminados a firmar el cuaderno de votación y alguien
votó por ellos, según nos contase llorando una maestra jubilada enferma a quien
aplicaron el mismo robo. El CNE abrió varios centros (sin testigos opositores) en
refugios y otros lugares. En el Zulia creó un nuevo centro el mismo 7-O al que
el Plan República dejó ingresar al personal de empresas oficiales y militantes
chavistas. Grupos armados impidieron paso de testigos y votantes opositores, en
el municipio Mara y otros. Violando las normas, miembros del PSUV hacían
campaña y formaron focos con motorizados armados que recorrían los centros de
votación amedrentando a los electores. El CNE y el Plan República miraban para
otro lado. Triste que la MUD y Comando Venezuela, ante el equivocado temor de
provocar abstención, declarasen que "todo fluía con normalidad" y
mantuvieran silencio sobre las violaciones del CNE, mientras millones de
electores estaban represados en las colas por la operación morrocoy y amenazados
por los motorizados chavistas.
A los 6,5 millones de electores nos queda el invalorable capital
político de Henrique Capriles, pero también nuestro derecho a pedir que nos
digan la verdad sin ocultamiento y sin risitas, como si aquí no hubiera pasado
nada.
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