Daniel
Romero Pernalete
Hoy, como
nunca, se habla de Bolívar. Es elemento clave en la retórica presidencial... No
hay discurso, de calle o de salón, que no esté aderezado con alguna
descontextualizada frase del Libertador. El Presidente, ya por ignorancia, ya
por conveniencia, omite a otro Bolívar: el Bolívar civilista, el estadista, el
simple ciudadano que él siempre se sintió. Y cuando uno se acerca a ese Bolívar
se da cuenta de cuán lejos está de las motivaciones y ejecutorias de un proceso
que pretende arroparse con su nombre.
Cuando
uno contempla asombrado los esfuerzos del Presidente por someter a su arbitrio
a todos los poderes, no puede menos que recordar aquella parte de su Discurso
en el Convento de Franciscanos, el 2 de Enero de 1814, en la cual afirmaba:
"Huid
del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos"...
Ese mismo
pensamiento lo expresa catorce años más tarde, el 27 de Agosto de 1828, cuando
se dirige a los ciudadanos de la Gran Colombia en los siguientes términos:
"¡Compadezcámonos
mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo!".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando
uno revisa la invasión de militares, activos y retirados, en todos los niveles
de gobierno, o escucha el discurso militarista y guerrerista del Presidente, se
le viene a la memoria una lapidaria frase que Bolívar le escribió a Madariaga
el 26 de noviembre de 1816:
"El
sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno".
Esta idea
permanece constante en el Libertador, quien trece años más tarde, el 13 de
septiembre de 1829, le escribe a O' Leary:
"Es
insoportable el espíritu militar en el mando civil".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando
uno escucha las amenaza de Chávez de permanecer en el poder hasta más allá de
lo legal y legítimamente admisible, le retumban en los oídos las palabras de
Bolívar en el Discurso al Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819:
"Nada es
tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el
poder"
... Y
cuatro años más tarde, el 15 de Abril de 1823, califica ya no la situación sino
la actitud de quien se aferra al poder por todos los medios, cuando le escribe
a Santander:
"Es una
manía miserable el querer mandar a todo trance".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando
uno advierte los esfuerzos presidenciales por torpedear cualquier consulta
ciudadana que ponga en riesgo su permanencia en Miraflores, piensa en el
Bolívar que en carta al Dr. Castillo Lara, el 13 de septiembre de 1829,
sentencia:
"En los
gobiernos no hay otro partido que someterse a lo que quieran los más".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando
uno tiene la paciencia y el valor de escuchar las alocuciones del Presidente,
cargadas de odio, de insultos, de descalificaciones y de inquina, piensa en el
Bolívar que le escribe a Santander, el 15 de abril de 1823:
"Los
intrigantes corrompen los pueblos, desprestigiando la autoridad", opinión que ratifica al mismo
Santander, el 23 de febrero de 1825, cuando le escribe:
"En política
nada vale tanto y cuesta menos como las demostraciones de respeto y
consideración".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando
uno observa el uso que el Presidente hace de la Fuerza Armada para amedrentar y
reprimir a todo el que se niegue a tragarse el proceso, recuerda lo que Bolívar
escribió en el proyecto de Constitución para Bolivia, el 25 de mayo de 1826:
"El
destino del ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva
sus armas contra los ciudadanos!".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando
uno, en suma, recorre la historia del último quinquenio, y suma las payasadas, los desatinos, las sandeces y las malcriadeces del Presidente, uno se convence (y
cada día más) de que, como Bolívar le escribía a Santander el 12 de Noviembre
de 1823,
"Un
necio no puede ser autoridad".
Ese es El Bolívar que Chávez no leyó.
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