La Revolución de este país, para el mundo



Arnulfo Poyer Márquez

M
e siento impelido a escribir.  Es mucho lo de adentro. Iba a hacerlo por los distintos mensajes recibidos y reunidos, pero siento la necesidad más bien, de proseguir un enfoque de buque rompehielos, dado que no hay nadie que lo haga, y por creer fervorosamente en el cometido. De seguro, no será para muchos, nada de extraño tendría, pero por lo menos, crear el documento. Va para todos, pues me atrevo a decir que venezolanos o no, todos portamos en el fondo un ser con tirios y troyanos.
Viene a colación la reflexión porque me pregunto, ¿qué habría sucedido si el recurso petrolero no estuviese a la mano como herramienta para una estrategia de salto hacia un cambio distinto al destino que traíamos? Que Venezuela viviera un feudalismo acendrado a lo Rusia, Indochina, China, Irán, o la misma Francia, antes de lo que son ellos hoy día. A Bolívar se le acusó desollado la osadía de lanzarse “prematuro” contra el imperio más asentado de entonces. Esa Leyenda Negra perduró fuerte casi 50 años después de su muerte. El mismo Marx le acusó y utilizó de referencia su titánica acción “prematura”; él también se sintió preparado para marchar contra la India, colonizarla y fomentarle un caldo de cultivo que madurara posterior en una lucha de clases.
El derecho más imperioso de los seres humanos es el conocimiento. Para trasmutar una forma de vida que se cree desvalida o decadente, a otra de rango innovador, la humanidad insurgente se ha valido de ciertos instrumentos, donde el Socialismo Científico ha descollado como kit múltiple para las circunstancias caleidoscópicas de cada tiempo y espacio humano donde lo desvalido o decadente requieran de una fórmula de transformación integral. Eso pareciera.
Pero, ojo: trae en su portafolio un error, para mí, un grave error. El mismo Marx cayó en él al criticar acciones de urgencia libertaria como la bolivariana de prematuras, creyendo a la humanidad vivir en un segmento lineal de pasos que tildó evolutivos; obvio, vivió la efervescencia darwiniana: nuestros pasos por las ramas, las piedras, el garrote, la flecha, el fusil,… las bombas. Por otro lado, ese segmento sustentado en el asiento del materialismo dialéctico: Entramos con gríngolas a sólo ver un sendero, discernir a la humanidad en otra pirámide de clases, peor, de culturas, tan discriminatoria cual la castiza decadente a eliminar. De manera que portamos por “necesidades humanas”, lo cultivado precisamente por la decadencia a eliminar; el supuesto movimiento revolucionario parte lo creído como evolucionado: ¡Error! Se banaliza el desarrollo particular de tantas vertientes milenarias entubándolas al capricho de una sola mirada: la europea. Se mutila la observación natural humana que posee infinitas herramientas para despegar desde la admiración por lo circundante, determinado en la infancia, y, bajo dosis constantes de miedo, coartándole la real cercanía con un todo que va mucho más allá de cualquier –ismo del pensamiento circunstancial, que, pregunto yo, en el caso de Bolívar, según Marx, ¿no debía pasar de ser alcalde de San Mateo, o Spartakus, no alzarse a favor de los esclavos de Roma, o peor, que el propio Guacaipuro debía aceptar la esclavitud en aras de una liberación futura? Como se ve, la desfachatez no puede penetrar murallas milenarias de sapiencia y dignidad inherentes en cada sección de la especie con su entorno; tan invasor es el cristianismo, capitalismo, el islam o el marxismo, todos ellos, arrogancias provenientes de la invasión de las armas metálicas que han ido aniquilando desde su génesis, quién sabe cuántas probabilidades de verdadera evolución humana.
Entonces, una Revolución es otra cosa. Las mismas necesidades que el marxismo cataloga de “humanas”, tuvieron su nacimiento en el opio dogmático, en lo feudal, o, viniendo más acá, en la compulsión consumista y el derroche, en fin, en los engranajes que sostenían la estructura económica, política y social de donde él deviene; él mismo es el primer impedimento hacia algo distinto al no permitir actuar a la creatividad en procura de la evolución de la especie. Luego, el desempeño como revolución, es blanco fácil de las estructuras (o países) que lo circundan y presionan, pues las necesidades son apabulladas de un sin fin de ofertas, jamás a cubrir por la insurgente, que en lo mediato, al desaparecer los incentivos de las generaciones “aupadoras”, las más jóvenes son presas del apabullamiento descarado para entrar en el “concierto” de la competencia… y muere la fulana revolución; en realidad, nunca nació nada distinto, sino que fue un paño caliente para un momento angustioso y preciso.
Esta Tierra Madre necesita realmente de una definición de la humanidad. He exhortado hasta el cansancio algunos tips que saltan del encarrilamiento obligado a otras virtudes, porque tengo la certeza de la adherencia de los pueblos a los pasos que demos y brindemos: allí está, la stevia por el azúcar y nos eliminamos el 70 % de las enfermedades. Pero claro, mandamos a la quiebra a imperios de la farmacéutica, de la medicina, de pastelerías, delicateses, funerarias,… armamentistas, porque sobre todo el capricho es uno de los principales motores que matan al genio y al sentido común, y el azúcar es su principal fomento; quizás la peor de las armas genocidas de la humanidad. La compulsión al dulce es eliminada por la stevia. El sendero que señala el socialismo científico, queda embarrado de los mismos vicios y virus que inflaron la decadencia que deseamos eliminar. Pero se trata de revolucionar, porque andamos impotentes rumbo al despeñadero fatal. Entonces, sí es muy cierto el adagio de Krishnamurti, “si quieres revolucionar, revoluciónate”. Se trata de observarnos y sumar teorías, no de ridiculizarlas.
El mundo necesita realmente de una definición de lo energético. Si la dirigencia de un proceso no está presta a discurrir en los cambios como el anterior mencionado, mucho menos podría avanzar a otros más precisos: allí están los nuevos automóviles a inyección de aire comprimido; con el tiempo evitamos la energía fósil: pero estamos encadenados al grillo-engranaje del oro negro según los dictámenes feudales del mundo actual. Se teme hasta el fondo, que la población dé un paso tan revolucionario. Es muy difícil abrir una brecha en el acero del mercado, ya la hemos abierto, pero el mismo mercado nada o casi nada le cuesta soldar esa herida a él infligida.
Otro paso en la energía: Allí están las nuevas fábricas de paneles solares; a poblaciones enteras podemos incentivar el trabajo hacia estas nuevas fórmulas silenciosas desde este país captor de tanta energía solar meridiana. Las ganancias del oro negro ponerlas a invertir para un mundo interior más autónomo, la independencia de cada hogar. Hay un planeta cautivo en espera de los pasos que ofrezca UN SOLO PAÍS que haya roto las brechas neoliberales. Este por ejemplo.
Proseguimos y entramos en las construcciones. El mundo necesita de construcciones innovadoras de participación comunitaria a partir de la creatividad que ofrece el propio barro. Luego, aprovechar las terrazas, balcones, interiores para el acervo de la horticultura vertical, el paisajismo citadino. Las aguas de los ríos empiezan a ser importantes para los que vivimos en las ciudades. Percibimos la importancia de ellos en los sembradíos. Eliminamos la dependencia de las roscas alimentarias. En sentido general, las roscas de todo tipo, no van a desaparecer de inmediato porque se implementen nuevas directrices en las nuevas generaciones.
El mundo necesita mayor participación de las comunidades para el desarrollo de sí mismas; inculcar disciplinas que usualmente son atrapadas por los intereses egoístas, como la holística y el arte; arrebatárselas en pro de una trasmutación de nuestro paso por este mundo en belleza, serenidad, humildad, alegría, júbilo. Esto y más, mucho más se puede transitar desde el laberinto de la insurgencia, que es un adelanto tajante a la inercia del mercado… antes de perder el terreno obtenido.
Por último, dar a conocer la importancia de cada miembro de este país. Esto no es el paso cubano, ni ningún otro similar. Los problemas a enfrentar son inmensos y de gran avasallamiento. Tenemos un auriga, ÉL DEBE saber cuando se le cansa el brazo, para utilizar jerga beisbolera, luego, como cabeza del poder central, debe delegar, dar poder con capacidad contralora de ley, no de exhorto. Va para los Consejos Comunales, nuevas cavernas de corrupción. Va para las misiones. El poder del demo, es el que sabe qué sufre su comunidad, qué hacer. Algunos de los candidatos a gobernaciones fueron elegidos hace un tiempo, ya trabajan por sus entidades, otros serán reelegidos, pero el completo, tocado a dedo. Pongo un ejemplo: Aristóbulo Istúriz, enviado para Anzoátegui, de seguro no está al tanto del alcoholismo en el interior de esa entidad, de la violencia delincuencial callejera que nadie escruta, que arrincona a los servicios de tránsito automotor no laborar más allá de las 7 u 8pm, como a las comunidades populares a la orden de las balas balas, drogas y paracos de estos pranes de las aceras; pregunto si también estará al tanto de la prostitución -ad litteram- que funciona en algunos liceos; estos no son chismes amarillos opositores, a más de las ventas de armas en ellos; de que el servicio de aguas servidas proviene más allá del perezjimenismo y ellas son vertidas desde los domicilios a la calle, cual la propia basura casera, y hablo tanto de urbanizaciones como de favelas; el municipio Urbaneja que abriga a uno de los sectores de mayor poder adquisitivo en Venezuela, se inunda hasta la cintura con dos horas de lluvia, y está en manos de PJ. Que si hablamos del Hospital Central Luis Razzetti, ya colapsó hace más de 10 años, el mismo tiempo que lleva este espacio político; no creo que exista en el país una unidad sanitaria en peor estado que él. Pero de seguro sí está enterado el candidato de las diatribas y triquiñuelas de las tribus. ¿Es esto una revolución, o una imagocracia que a punto de slogans, advertencias del lobo neoliberal se sostiene en manos de un nuevo CEN? En lo particular, y esto sí es un exhorto al mismísmo presidente, que escuche a RNV, ni siquiera a la mediática opositora, para que palpe lo que son CRÍTICAS SEVERAS. Y cuando quiera tomar una buena siesta, se dedique observar a VTV, “el canal de todos los venezolanos”.

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