Caso IUPMA: El fuero social que implica la sotana del Cura

* José Camejo Suárez
En el libro de las Florecillas de San Francisco se cuenta la anécdota de unos frailes que salieron a predicar por las calles, con Francisco a la cabeza, y después de dar muchas vueltas por el pueblo vuelven a casa sin haber abierto la boca. Uno de los frailes le pregunta a Francisco la razón por la que han vuelto sin predicar. «¿Sin predicar?- Responde Francisco-, ¡ya hemos predicado al pasearnos con el hábito!».
Dicen que "El hábito no hace al Monje, pero lo viste". Indudablemente que esta expresión popular es muy sabia, pues para nadie es un secreto que en todo tiempo la presencia del Cura en cualquier Parroquia es sinónimo de confianza, respeto, dignidad, solidaridad, paz, justicia, generosidad…, dado que estos son los valores que predominan en el mensaje eclesial. Junto con los Diez Mandamientos de la Ley de Dios constituyen una carta de primer orden para ser cumplida por quienes se consideran buenos ciudadanos, buenas personas que merecen el paraíso en la vida eterna, después de la muerte.
Aclaro que estas opiniones no son palabras mías, sólo repito la experiencia vivida en el transcurso de los años, pudiera estar de acuerdo o no con estas aseveraciones, sin embargo me invade la duda cuando algunos de los difusores de estas palabras hacen lo contrario de lo que predican, puesto que en hechos concretos de fácil comprobación podemos evidenciar que el fraude, la mentira y el engaño son las expresiones más naturales de su convivencia social; no obstante la fuerza del poder que les brinda el uso del mencionado distintivo origina que su dominio, en nombre de Dios, se multiplique.
Pareciera ser que su imperio no tiene límites y mientras mayor es la jerarquía, mayor es su ámbito de influencia para torcer la voluntad de quienes tienen que hacer cumplir las leyes. De esta manera me atrevería a pensar que estaríamos en presencia de un Dios injusto, de un Dios que apoya a un sector privilegiado, de un Dios que sólo administra recursos siguiendo las versiones trasnochadas de ensotanados y purpurados.
Por supuesto que esto no puede ser cierto; Dios tiene que ser igual para todos, la fe no puede ser difusa ni confusa, es sólo fe. A mi manera de entender e inferir, a este respecto, puedo apreciar que Dios no creó la vestimenta del Cura ni la jerarquía eclesial y el poder a esa simbología se la ha venido dando la ignorancia ciudadana, la ignorancia del gobernante, la ignorancia colectiva que le teme a un Dios desdibujado y usado por un sector que solamente ha pretendido obtener poder, prestigio y dinero.
De lo antes expuesto invito, tanto al Ministerio Público como al Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior a que hagan uso de su misión honren a Dios actuando en el marco de la justicia, no le teman al jerarca de la Iglesia Católica Venezolana que, salvo mejor opinión, se apoderó indebidamente del patrimonio académico, social y económico de la Asociación Civil Instituto Universitario Pedagógico "Monseñor Rafael Arias Blanco" IUPMA.
Lo más preocupante de esta situación es que estos personajes se burlan, con el mayor cinismo, de un grupo de estudiantes que en su buena fe asisten a esta institución para optar a una carrera de educación superior, desplegar su vocación docente, obtener un título y mejorar su calidad de vida. Todo esto en un marco jurídico bastante dudoso, carente de la vigilancia del Estado y desatendido por el Ministerio Público.
Ante esta situación es preciso que las actuaciones de estos organismos no se hagan esperar en el IUPMA; ya basta de tanta impunidad, ya basta de tanta burla, ya basta de tanta conducta licenciosa que entorpece el carácter popular de esta institución y su cumplimiento con el marco jurídico contenido en las leyes del estado venezolano.
*Magíster en Docencia Universitaria
*José Camejo Suárez
*Director Ejecutivo del IUPMA
Email: camejosuarez@hotmail.com

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